domingo, 19 de abril de 2009

CUENTO DE ANA

Por fin estaba delante de la montaña de fuego y aún me quedaban un montón de pruebas que superar para llegar a la cámara del tesoro.
Estaba delante de la primera puerta y había un guerrero gigantesco que tenía todo el cuerpo de pinchos con lunares negros. Yo no sabía cómo pasar hasta que pensé mucho y me acordé de que era un fantasma muy silencioso y como no me veía pude atravesar la puerta. Cuando conseguí pasar la puerta, me di cuenta de que estaba en un pasillo muy oscuro. De repente se encendió una luz y me di cuenta de que ahí estaba la segunda puerta. Delante de la puerta había dos escorpiones venenosos. Eran muy astutos. Yo no sabía cómo pasar, entonces convertí a los escorpiones en estrellas y subieron al cielo. Cuando conseguí pasar la segunda puerta me encontré otra más, era ya la tercera puerta. Delante de ella estaba el monstruo más terrible, más serio y más fuerte del mundo. Lo único que se me ocurrió fue convertirme en una niña diminuta y conseguí pasar. Según me acercaba a la cuarta puerta, una música me adormecía y me impedía seguir adelante. Busqué una solución: me puse unos cascos con una música muy marchosa, cogí fuerzas y continué hasta la quinta puerta. ¡Qué sorpresa! Un rebaño de ovejas riéndose a carcajadas. No me dejaban pasar a la siguiente puerta si no las hacía llorar. Con un par de cebollas tengo la solución, pensé
Por fin llegué a la cámara del tesoro y allí puedo elegir lo que yo quiera y yo lo tenía muy claro: QUE NO EXISTIERAN LAS ENFERMEDADES.

ANA- 4ºB